Primer largometraje del Suizo Claude Barras a quien ya hemos
podido ver en los créditos de varios cortos de animación como Au pays des têtes o Sainte barbe entre otros. Realizada en
Stop Motion como si de un cuento animado se tratara, la cinta se llevó los
premios de mejor película y el del público en el festival de animación de Annecy.
Todo un logro para una ópera prima. Además, la cinta ha sido elegida por Suiza
como candidata a los Oscars en categoría de Película de habla no inglesa.
El guion nace de la novela de Gilles Paris Autobiographie d’une courgette y nos
cuenta la vida de Icare (A quien le gusta que le llamen Courgette) tras
quedarse huérfano. A partir de ese momento Courgette será llevado a un orfanato
donde conocerá a un grupo de niños en circunstancias similares a las suyas. Me
gustaría resaltar aquí la delicadeza con la que se toma el tema el director a
la hora de contar historias desgarradoras de los niños.
Sin tener una factura técnica espectacular, la sencillez del
Stop Motion trasmite mucha cercanía con los personajes. De hecho, la cinta no
esconde en ningún momento los (seguramente) medios limitados de los que
disponía. Y sin embargo, funciona. Podría mencionar aquí muchas películas de animación
con una factura técnica impecable y una historia floja e insustancial pero mejor
lo evitamos para no hacer leña del árbol caído.
Otro punto a favor de la película es su metraje. 66 minutos.
No me malinterpretéis, disfruto por igual un cortometraje de 3 minutos que un largometraje
de 150 minutos, pero siempre y cuando la duración esté justificada. Me parece
muy valiente lanzar un trabajo de una hora si en ese tiempo puedes contar lo
que quieras. Sé que estoy predicando en el desierto pero por favor, señores de
la industria del cine, dejad de estandarizar el arte en la barrera de los 100
minutos.
Así que ya sabéis, si queréis disfrutar de una pequeña joya
de la animación actual, no os perdáis la historia de Courgette. No os arrepentiréis.
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